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lunes, agosto 21, 2006

Cantabria

Imposible indicar aquí todo lo que hice en Cantabria. Fueron tantas cosas que se me mezclan un poco los días y seguramente me faltarán cosas. Pero este será mi intento.

Llegué a Santander a las 8 de la mañana del miércoles 16 de agosto. El autobus por suerte se detuvo entre las 2:20 y las 3:00 en un lugar donde había un grupo de paradores (luego me dirían que eso era Zaragoza). Después de esa parada se detuvo a bajar y subir pasajeros en varias ciudades, creo que eran Vitoria, Bilbao, Laredo y alguna más (no necesariamente en ese orden, en geografía española me llevo un dos). Por viajar de noche (nunca más) no pude ver casi nada, salvo unos grupos de luces anaranjadas muy frecuentes a izquierda y derecha (tan frecuentes que sólo puedo decir que la autopista entre Buenos Aires y Mar del Plata atraviesa un desierto).

Un breve comentario geográfico. Santander es la capital de Cantabria, una comunidad autónoma con una única provincia, ubicada al norte de España, con Galicia y Asturias al oeste y el País Vasco al este. Yo me dirigía a Reinosa, una ciudad ubicada entre las montañas, 70 kms. al sur de Santander (y de la costa).

Ubicación de Cantabria:


Sobre las siete comenzó a amanecer, así que pude ver el ingreso a Santander. A la derecha, el mar cantábrico, encima, el cielo nublado, a la izquierda, lo más interesante. El relieve es muy abrupto, así que aunque bordeábamos el mar la autopista atravesaba laderas dinamitadas y pasaba junto a montes bastante altos (hay una zona, que no visité, donde hay 2500 metros de diferencia de altura en sólo 25 kms.). Es una zona bastante lluviosa, así que pese a las dos semanas de sequía (que estaban a punto de acabar) todo estaba verde y también arbolado. También hay muchas cuevas, y me asombró ver en la base de una montaña una puerta empotrada, era algo surrealista.

La entrada a Santander, desde el este, al principio no es muy llamativa, ya que creo que se trata de una zona portuaria y los comercios tienen el aspecto habitual de esas zonas, sin prestarle atención a la estética. Pero pronto me encontré en una ciudad impecable, donde toda la costanera estaba adornada por canteros de flores perfectamente cuidados, paseos para el caminante, y plazas prolijas como no he visto nunca.

Llegué entonces a la estación de autobuses, que por cierto es subterránea, donde me estaría esperando Goyo, un primo de mi madre. Yo no lo conocía, ni siquiera tenía una foto, y él tampoco me conocía, en todo caso tenía una foto mía con sólo trece años. Por suerte era la única persona que esperaba a alguien, así que lo encontré al instante. Por suerte no fue necesario llevar sombrero de copa para reconocernos...

De allí salimos a recorrer las calles todavía desiertas de Santander, buscando algún lugar para desayunar algo. Me mostró la bahía de Santander, llena de playas vacías, algunas de ellas para nudistas. Luego fuimos en su BMW a Reinosa, y aunque el paisaje era hermoso, lo que más me llamó la atención fue la infraestructura de transportes. Por ser un lugar montañoso y tan irregular, me esperaba una humilde autopista que recorriera haciendo eses las laderas, rodeada de caminos de ripio por doquier. Lamento quitarle la sorpresa a quien vaya, pero la verdad es muy diferente. Primero, no existen los caminos de ripio, es todo asfalto, no conocen los baches, y como probablemente vuelvan a pintar las líneas blancas todos los años, la autopista y todas las calles que vería daban la sensación de haber sido recién terminadas. Además, y a diferencia de Argentina, si para ahorrarle unos minutos al conductor hay que hacer un túnel que atraviese media montaña, se lo hace. El más largo de estos túneles tiene más de 2 kms. de largo, y están completamente iluminados, con unas luces naranjas de las que no falla ni una. Por cierto, no hay peajes (al parecer, sólo hay en Cataluña).

Llegamos entonces a Reinosa, que yo suponía que era un pueblo menor pero resultó ser la ciudad central de la zona, rodeada por pueblos, esos sí pequeños. De todas maneras, Reinosa tiene sólo 12000 habitantes (aunque algunos estiman que se han ido 2000 en los últimos años). Como probablemente yo era el único turista ahí (no porque le falten lugares de interés, aunque sí le falta promoción), y además prácticamente todo lo recorrí en auto, no tengo casi fotos del lugar (y tampoco de los lugares que mencionaré luego).

Aunque sea una ciudad muy pequeña, a Reinosa no le falta nada. Tiene complejo deportivo con piscina, centros de esquí, todos los servicios (aunque aquí hasta el pueblo más remoto ya tiene Internet), y el segundo campo de golf más grande de toda la provincia, el Nestares, con 18 hoyos. No hay inmigrantes (al menos no reconocibles por su aspecto), y mientras caminábamos por la calle Goyo no paraba de saludar gente. Antes de que me olvide el detalle, diré que la principal joyería de la ciudad no tiene rejas, sólo un vidrio la defiende de los inexistentes ladrones.

Cantabria fue un lugar de paso y gran valor estratégico, así que hay construcciones de muchísimas épocas y culturas. En el centro de Reinosa se alza una iglesia que creo que era románica, a la que lamentablemente no le tomé una foto. Cerca de la ciudad hay una ciudad romana reconstruida y varios puentes romanos, a los que no tuvimos tiempo de ir. En el centro de la ciudad se pueden encontrar casas del siglo XIII, y debido a la nieve hay manzanas enteras donde la vereda (acera) es una galería por donde caminas bajo un techo y junto a columnas de piedra. En la zona hay varias canteras de piedra, y las hay de varios tonos de marrón, así que incluso en las construcciones más recientes es común ver un revestimiento de piedras que las hace muy bonitas. El río Ebro, además, baja con tanta fuerza que es muy fácil y bastante ilegal conseguir piedras redondeadas del lecho del río, del marrón que quieras.

En algunas cosas me hizo acordar mucho a Ushuaia. El ritmo de vida, el estar rodeado por montañas que se elevaban hasta mil metros en relación a la ciudad, la cordialidad de los desconocidos... Reinosa también tiene playas cerca, ya que hay una represa enorme a pocos kilómetros con playas alrededor. Esa represa fue construida en la época franquista (creo que en el 47), y los residentes de varios pueblos tuvieron que emigrar a tierras más altas. Cuando les pagaron por sus viviendas, les pagaron poco y mal. Aunque me hice un poco de lío, creo que no me equivoco si digo que cuando el nivel de la represa está bajo se ve todavía el campanario del pueblo donde nació mi abuelo y de donde tuvo que irse.

Continuará...

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